DianaReydz

Su Santa y su Diabla.

Su deidad, su santa...
La incapaz de matar a una mosca.
La dulce y frágil que necesitaba ser salvada.
Esa era yo a sus ojos.
 
 
 
Dicen que el amor a veces ciega...
Pero yo nunca le hablé de amor,
ni pretendí que me quisiera.
 
 
 
Admito que me dejé llevar.
Admito que su piel era el mejor rito. Admito que sabía lo que iba a pasar...
Y no me importo.
 
 
 
Fui mala... Y buena cuando convenía.
Pues me gustaron sus detalles y
los orgasmos a su lado.
Fui dominante y vengativa.
Y olvidé pensar que, no todos
los hombres son malos.
 
 
 
Aunque...
Aprendí de un idiota bien el arte del engaño.
Y es que, estando rota es tan tentador obrar lo aprendido
con el primer acomedido.
 
 
 
Él era mi devoto y me fascinaba.
Nadie como él me cuidó y me amó.
 
 
 
Y al final, de la jugada...
Nadie como él me odió.
 
 
 
De ser su musa,
me volví una despreciable zorra.
De ser un hombre bueno,
se volvió un león mujeriego.
 
 
 
 
Sentí culpa...
Mas nunca sentir culpa arregló algo.
 
 
 
 
Yo hice con él lo que quería.
Yo hice que él, por mí, se enloqueciera...
Y bueno, los clavos que se fijan a la madera,
siempre dejan marca aún desclavados.
 
 
 
 
Él, era el perfecto imperfecto,
y si lo pienso ahora...
Para mí el hombre adecuado,
la excepción en éste mundo condenado...
y yo le hice mierda el alma.
 
 
 
 
Y un día, ya no supe de él,
después de que cruzó la puerta,
ese otoño.
Y aún no se si anda por ahí,
practicando lo que del desamor aprendió...
 
O si ya hallo una buena mujer
que la paz le devolviera.
La paz y la fe que un día
una mujer resentida le arrebató.
 
 
 
 
By Diana Janeth Reyes Diáz.
(Diana Reydz)
 
 
 
Publicado el 28/02/22
 
 
 
10:00pm
 
 

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