Yamila Valenzuela

Antulio ( cuento, tercera parte)

 

 

 

y la cortina entre abierta los hacen brillar, cual diamantes bien tallados; listo para hincarlos en el cuello de ella; escucha desde el fondo de su cabeza una voz, suave pero con autoridad.

-¡Alto! ¡Detente!

Sorprendido mira a todos lados sin poder ver a nadie y su sed desaparece nuevamente como por arte de magia.

-¿Qué pasó?

Se pregunta muy quedo para no despertarla.

-¿Quién me habló?

Agudizando su vista hacía la oscuridad.

-Yo, tu cuidadora.

La vio parada al lado de él, sin lograr entender cómo llegó esa mujer hasta allí. Pequeña, un poco rolliza, de rostro redondo, ojos grandes, casi que saltones, labios delgados y una voz muy agradable, se le escuchaba como un canto, como un susurro que penetraba el celebro causando una sensación muy placentera, una sensación de paz y calma, de alegría.

-¿Quién eres?

-Flora, tu cuidadora.

¿Cuidadora? Una cuidadora que jamás había visto; desde que tiene memoria siempre ha estado solo. Lo único que recuerda es que una noche despertó en ese castillo, desorientado, sin saber las razones por las que se encontraba ahí y a medida que fue pasando el tiempo entre paseos nocturnos fue descubriendo quien era él y a través de libros que encontró esparcidos en todo el castillo. Se dio cuenta que era un vampiro, pero de su historia personal, nada sabe.

-Llevo cientos de años aquí. ¿Y por qué no te había visto antes?

Se lo dice en forma de reproche.

-Porque no era el momento.

Le contesta sin mover sus labios, directo al cerebro. Él atontado sin lograr entender la forma de comunicarse de Flora y moviendo levemente la cabeza como queriendo sacudir la voz de ella de su cerebro la sigue cuestionando.

-¿Y por qué ahora?

Mirándola directamente a los ojos muy inquisidoramente.

-Porque ya ella está aquí.

Levantando su mano y mostrándole a Jazmín, quien seguía dormida y que extrañamente no despertaba con la voz de él que ya tenía un tono alto.

-¿Y qué tiene que ver ella?

-Es tu salvación no debes seguir  viviendo  eternamente, es tu destino y por eso va a ser tu esposa, fue escogida desde antes de nacer, es pura de cuerpo y alma, lleva la luz que necesitas para poder seguir el camino que se ha trazado, hay misiones que debes cumplir y solo al lado de ella lo lograrás. Todos nosotros dependemos totalmente de ti, de tus actuaciones y de tu caminar en la vida.

- ¿Todos nosotros? ¿Quiénes son todos nosotros?

Casi no termina de hacer la pregunta y de nuevo esa sensación en el corazón, como de tibieza, como golpeteos en el pecho, como una sonrisa que se desbordaba desde su interior recorriéndole la piel. Sensaciones que le fueron muy agradables, pero desconocidas hasta ahora por él.

-Pero ella no lo sabe.

Le recriminó

-Lo sabe, en sus sueños la guíe hasta aquí. Su soledad ha sido su mayor dolor y sabe que al venir aquí, todo ese dolor desaparecerá

-Yo soy un vampiro y ella vive; no hay cura para eso.

-Sí la hay, desde antes que la humanidad existiera, la cura está, todos la tenemos, la llevamos, solo que no la dejamos aflorar.

-¿Y cuál es? ¿O acaso eres bruja?

-Sí, lo soy, y en su momento la respuesta tendrás. Ahora hay que prepararlo todo, porque antes que despunte el alba un conjuro se tiene que realizar.

-¿Pero y cuál es mi misión?

-Ya lo sabrás, a medida que el tiempo pase y camines en el mundo todo se te irá mostrando; paciencia debes tener y tu mente, alma y corazón deben permanecer abiertos para que puedas captar todo ese amor que se te va a dar, el amor van a ser tus ojos, tu guía espiritual, sin él tus designios no se cumplirán.

Se mueve el mundo, el alba empieza a despertar, Jazmín dormida y Antulio mirándola con esperanza, esa esperanza que había empezado a crecer en su interior, antes vacío, frío, sin sentimientos y que ahora se encontraba frente a una inmensa luz como su nombre. Una luz que le daba calidez y a su corazón hacía latir.

-Toma sus manos entre las tuyas.

Y levantando sus brazos, con las palmas de las manos abiertas y con la cabeza mirando el cielo dice:

 

¡Por el trueno y el relámpago!

¡Por los cuernos del zodiaco!

¡Por la vida de la esperanza!