No es de camello
ni de mula
tampoco de buey,
tu lomo es un horizonte blanco
escueto
en cuatro ángulos,
te veo y eres
un envés desnudo
fino
como un pétalo levantandose
limpio
sin ningun reglón torcido.
Te toco
luego te acoso
te tiño con tinta barata
y ahora eres un paisaje escarpado
de letras
de puntos y comas,
garabateo
tus bordes hasta tu centro
y siento que sientes;
caen a tu piel
versos de mis dedos
como cascadas.
Cuando te hablo de ella
sonríes
abres tus brazos
al rubí sentimiento
y rebosas de ventura.
Pero tambien te he humedecido
con espinas
te he marchitado
y estabas ajado,
moribundo
sobre la mesa.
He gritado contigo
en silencio,
si alguien se atreve a leerte.
Cargas las leñas
del amor,
de la amargura,
del exiliado
y de los errantes
inquisidores de su juicio.
Brota de ti una luz
a pesar de tus heridas,
y aunque estas cansado
nunca tienes sed.