De este sol
que apenas conociera los ocasos,
y entre las hebras de niebla
que emergen de la desnudez
de esta mañana manuscrita,
quiere alzarse una devota luz
deudora de sus sombras
como una culpa
que se midiera por su peso.
Así vuelvo a tu paisaje
de tiempo sin palabras,
de obstinada raíz en la cola del viento.
Tierra que fuera
abierto vientre, ahíto de quimeras,
de blasón viejo,
de sabia sangre
que tus vetustas piedras ennobleciera.
Entregada a tus gestas,
solo un rimero de calcinados huesos,
antaño espoleada hueste de recia arteria,
que hoy es desván y columbario,
oxidado tambor de tu memoria,
a mis ojos te alzas como un mar sin tregua.
Y trazo tus lindes
en la bonanza que te adormece,
en la furia que te subleva
y hasta en tus yerros.
Ahora vuelvo a mirarte
con la fe antigua del resucitado,
con la bruma del que ya es anciano,
con el dolor callado
que ha de hacer aún más largo el duelo.
Mi amada ausente,
indelebles son mis heridas y a ti regreso.
\"Islas errantes\" (2018)