En este existir inconstante
abrí la puerta del corazón un día
de pie en el pórtico, entre brumas
estaba el amor en carne viva
Haciendo versos como quien llora
bajo cielos sin resplandor
en los laberintos de promesas y palabras
sin asombro, llenas de confusión y espanto
Dormía a ciegas el amor
desconociendo al mar
distraído de la lluvia,
de su aroma al caer sobre la pradera
del canto del ave sobre los árboles
del color de las flores y los arcoíris
Dormía a ciegas con los párpados abiertos
sin determinar la sonrisa
y los rostros que entre sueños
renacen con un abrazo
Ahí estaba en carne viva
esperando tu caricia
ilusionando tus labios
desencadenando motivos para la ilusión y el deseo
para el asombro del latido
y la desnudes de tu pecho
Ahí estaba en el pórtico
con la palabra como cántico
contemplando los signos de la dulzura
danzando libre, habitando el aire
entonces abrí la puerta y ahí estaba el amor
sin el espanto de existir
con sus versos como sangre
fluyendo de la boca al vientre
desintegrando nuestra esencia
bajo la piel sin ecos y el alma sin abismos