Ella caminaba por la misma avenida,
todos los días.
Con aretes de coco, labios rojos
y sus audífonos que la desconectaban del mundo.
Su piel era pálida...
La que se podía ver.
Ya que sin importar el clima,
ella, siempre cubría mucho su piel.
Un día, ellos se cruzaron.
Pero el encuentro fue tan abrupto
que sus cabezas golpearon.
Él, sonrió pidiendo disculpas.
Ella, se ruborizó y siguió sin pensarlo tanto.
Yo los observé a lo lejos.
Pensando:
\"Que mal. Ojalá y algo más hubiese pasado\".
Semanas pasaron,
y un día, él, iba distraído.
Y yo también iba por ahí pasando.
Ella, vio lo que yo no...
Y evito que él fuese atropellado.
En la caída los 2 quedaron
cara a cara...
Después, los 2 sonrieron sonrojados.
Ese día ambos compartieron café y larga charla.
Lo supe, porque mi trabajo estaba a una cuadra,
cerca de ahí y los vi.
Desde ese día...
Sin imaginarlo y sin creerlo,
de antemano,
me cuestioné eso del juego del destino.
Y eso que la gente dice, de que...
\"Cuando te toca, aunque te quites
y cuando no, aunque te pongas\".
Sentí que ellos estaban destinados.
Eso creo. Porque me pareció algo mágico.
Bueno... Aún a veces lo pongo en duda.
Quizá, quizá porque a mi no me ha pasado.
By Diana Janeth Reyes Diáz.
(Diana Reydz)
Publicado el 02/03/22
9:13pm
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