Noche hermosa de terciopelo,
silencio rasgado por una voz
que flota en el espacio de seda y rosa,
luz de neón brilla en la ventana
de un humilde edificio.
Madrugada gélida y solitaria,
ondas de radio que acompañan
a la gran familia de noctámbulos oyentes
como tú y yo, amor,
besos con sabor a café,
palabras para soñar y reflexionar
tiempo para dejarse llevar
para desconectar del ruido
de la estresante ciudad.
Gotas de agua que caen suaves
sobre el mar inmenso e infinito,
lluvia de nieve que refresca
pintando las calles y los árboles
de la urbe callada.
La luz roja del transistor
indica on y por sus orificios
la magia de la radio
aparca la soledad y me hace revivir
hermosos momentos.
Bellas poesías plasmadas en música
consiguen emocionarme,
y enamorarme de esa voz
misteriosa y cercana a la vez,
esa voz que de doce a seis
mece mi alma y me da vida,
mis ojos abiertos y mis oídos
atentos a las ondas,
me envuelven y me hacen volar
por planetas extraños e imaginarios,
sin límite en creatividad.
Mi mundo es la radio nocturna,
no te me duermas nunca
de doce a seis, pues ella te hablará
y esperará con ilusión
que estés ahí al lado, para escucharla.
Locutor, música y compañía
no me dejes sola nunca,
pues tú eres mi vida.