Lluvia sin pausa
te piden unos labios
casi sedientos.
Es en la aldea
paciente y centenaria
de mis ancestros.
Tierra reseca,
rescoldos y cenizas
de viejos tiempos.
Hoy, sus entrañas,
apenas balbucean
y piden agua.
Grande sequía
y estamos en febrero,
en pleno invierno.
Pero el quejido
que dejan sus entrañas
es por dolor.
Piedras templadas
apenas del rocío,
¿qué me decís?
Son escaleras
que buscan en los cielos
su salvación.
Pero la lluvia,
sin pausa y tan pedida,
sigue durmiendo.
Rafael Sánchez Ortega ©
24/02/22