Freddy Kalvo

Dulces recuerdos...

 

Su mano sobre mi mano

sus besos sobre mi piel

sus ojos, color de miel,

me enamoraron temprano.

 

Evoco de aquel verano

una carta en un papel

con aroma de un clavel

a la sombra de un manzano.

 

Recuerdo que le brillaron,

sus ojos, como una perla

porque alegres… ¡me miraron!

 

¡Y cómo, no iba quererla,

si hasta mis manos temblaron,

con ansias de poseerla!

 

¡Ah recuerdos del pasado,

que han dejado ya sus huellas!

Unas tristes, otras bellas,

para un loco enamorado.

 

Y no escribo avergonzado

recordando unas querellas

porque bellas como estrellas

en mi cielo se han posado.

 

Los recuerdos indelebles

viajan como forasteros

que van viendo los luceros

 

con reflejos muy endebles

que trastocan la memoria

siendo parte de una historia.