La puerta del hachís siempre está al revés del Sol, en el ocaso, cobijando los hombros descubiertos,
tarareando la entrada de la noche, evaporando la tristeza en lo profundo del cielo rojizo
¿Y dónde están los rieles del tren?
El dilema de viajar es conseguir el puerto o la estación, entre la hierba, los sonetos poéticos, los charcos pecaminoso, la melodía del piano y el látigo del viento, las burbujas y el ácido, las lágrimas y las sonrisas...
La puerta del hachís siempre estará al revés del Sol, las demás están al Norte, comunes y sin cerraduras.
Es fácil saber acertar, prefiero ser de esos que se pierden, nunca he querido atinar a la primera, y cuándo lo he querido no lo he disfrutado demasiado, perderse en los laberintos inconsistentes del ser, es encontrarse así mismo, para confirmar que nos hemos perdido, y que el mundo allá afuera ha encontrado la forma de guiarnos a la muerte de manera lenta y sufrida.