¿Qué tan tristes estarán tus ramas desde que te cortaron?,
Tal vez pensarán: unas más que se van de mi rosal y que no veo crecer hasta marchitar o tal vez está ya tan acostumbrada a no verlas quedarse, que ya no importa si estas se van o no.
Y si es así, ¿Cómo llegó a esa costumbre?, ¿será la iniquidad de la mano del hombre que la acostumbró? O tal vez a ella desde el principio le gustó.
Quizás si, quizás no, aunque mejor hablemos de la rosa que se fue y no del rosal que se quedó.
Te cortaron pensando que te engrandecerias y que todos te admirarían o desearían y tal vez fue así, pero te compraron con unas pocas monedas que vienen y van y, aunque trataste de engrandecer tu belleza por esas pocas monedas, sencillamente no lo lograste.
Te apagaste hasta marchitarte y ahora lo único que queda de ti es que, si te toman con manos por muy delicadas que sean, serás muy crujiente hasta en polvo quedar.