Alexandra Quintanilla

Solía

Solía tener una hoguera en mi corazón. Soloa ser de fuego imparable. Era un fego que ardía a toda costa. Quemaba los costados de los costados de donde iba yendo. Solía tener un templo en mi conciencia. Solía ser de ceramica impecable. Solia brillar cual estrella brilla en una noche suave. Solia contemplar esa noche, y en el dia ver con tranquila calma el sol del alba. Solia, soler, solia. Escribir cualquier fragmento de amor, brisa y viendo. Pero ahora tengo un nudo inquebrantable que con la precisión ahí adentro no se como ha roto los cristales de mis ventanas, pero esas amieladas no dejan que los vidrios salgan, y rasguñan y rasguñan esa parte inhóspita de mi alma, que la vagabunda anda sin saber que podría calmarla.
Ya le he quitado nombres a cualquier tipo de aflicción, ya le he quitado insospechables patologías a mi retorcida mente enferma. Ya la he puesto a trabajar en muchas cosas, distraerla de cosa en cosa, actividad en actividad y quehacer en quehacer. ¡Pero esa ingrata todavía sigue en la noche dejándome sin laa estrellas que antes admiraba mientras con Dios yo hablaba!