Y maldigo a quien profano
mi santuario, Mi santuario
que es tu cuerpo.
Porque yo besaba la tierra
Que tus pies dejaban al paso.
Yo, que besaba los versos de tu espalda,
Y en mis labios te leías
Mientras te corrías.
Y maldigo aquel pagano,
Que furtivamente inmolaba
En lo que fuese la fuente de mis días,
El vientre, tu vientre, mi vida.