Pasan aviones.
Al verlos me estremezco.
Es instintivo.
Quizás me llevan
a cielos muy lejanos
que están llorando.
Cambian los cielos
la lluvia y la tormenta
por la metralla.
Bombas y balas,
cohetes y misiles,
besos de sangre.
No quiero aviones
que maten y destrocen
algo tan bello.
Porque la tierra,
los hombres y los niños,
no lo merecen.
Yo quiero el cielo
azul, con sus pupilas
siempre inocentes.
Quiero a los niños
que jueguen y sonrían
día tras día.
Y a los mayores,
los hombres y mujeres,
quiero su paz.
Rafael Sánchez Ortega ©
27/02/22