Me contó una vez el destino,
que nací con un hilo rojo,
invisible y eterno,
que me une contigo.
El tiempo le suma años,
puede mancharse o estirarse,
sentir frío o enredarse,
pero nada ni nadie puede hacerle daño.
Aunque la distancia nos separe
y cada uno al otro extrañe,
aunque tengamos discusiones,
jamás el hilo sufrirá un corte.
Por él corre nuestro amor,
lo que decimos, besos y miradas,
guarda cada recuerdo
y todo lo que hacemos en la cama.
Nuestro hilo rojo
nos une para siempre...
C L