Una alquimia luminosa,
despierta de letargos,
y la tierra despliega,
Innumerables sin embargos.
La aurora boreal
es su llama sagrada,
un encuentro peculiar,
Ígneo ritual sin final.
En una acuosa arremetida,
corren rios de agua helada,
cascadas que sin prisa,
marcan la gran oleada.
Y en un último suspiro,
queda un sueño dormido,
entre hilos de seda queda
el éter enmudecido.