Carlos Eduardo

De mi hijita priziozita

 

Nuestros mayores demonios y miedos son nuestros, nosotros los creamos en nuestro interior, pensando en lo peor, imaginando desastres, desconfiando.
Muchas veces o casi siempre los proyectamos en otros, culpándolos de nuestro dolor.
Hacernos responsables de nosotros mismos y de mirar nuestros miedos y demonios, invitándolos con amor a mostrarse y ver su origen, con la intención de conocerlos, integrarlos y transformarlos, ahí está la clave para que tu felicidad no dependa de nadie más que de ti y vaya siendo cada vez más estable, se convierte en plenitud, aceptación y dicha.
Que el cariño y amor recibido de los demás sea un plus y que tú aprendas y tengas la capacidad de aceptarte y amarte tal cual eres.
Y así tu integridad, fuerza y plenitud interior sea estable y duradera, que baile en un vaivén suave, equilibrado.
Es ahí cuando ese amor incondicional que tienes en ti lo proyectas en los demás con amor incondicional y absoluta compasión.
Ya que el otro está en el mismo camino que tú…
Y de nuevo la vida te mostrará miedos más grandes y profundos y vamos de nuevo a descubrirlos, integrarlos y amarlos.
Nos volvemos fuertes y nos miramos con amor, compasión, ya que nos sabemos guerreros valientes del amor