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TIERRA ABANDONADA

 

 

 

 

... y no, ya nadie vendrá aquí, nadie pasará sus tardes al sol de los otoños

ni reparará el estropicio del tiempo y el silencio, nadie,

ni nadie recordará que ahí mismo, bajo los ciruelos y los sauces,

engendré a mi hijo;

... el viento pasará ululando en invierno, y hasta los lobos, las cornejas y las nieblas

pasarán heridos de soledad e irán muy lejos,

pues temerán su encuentro con la inmensa angustia

que exhalan las puertas y las piedras rotas, los aleros caídos,

la tierra hostil y abandonada;

nadie encontrará la huella de un almendro en flor,

nadie el mar,

nadie una senda,

ni nadie, nadie una luz;

... y si este daño ingente resulta en el pecho, sin más, irreparable,

una llaga de amor, atroz y revivida, empuña su dolor y arrasa las palabras.

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Antonio Justel

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