Mi lengua te habla
muda y sin palabras
y recurre humedeciendo
tus rincones y esquinas.
Baja y sube por tu vientre,
anidando en tus pechos,
entre lunas, olas y espinas,
sin dejar huella, perdida.
Mi lengua desciende
por tu boca y heridas,
regando de savia,
tus flores huidas.
Y se enreda en tu alma,
donde tus piernas terminan,
buscando en silencio,
la verdad de la vida.