SUBIDÓN
Cuando subiendo en el metro me encuentro
me gusta olfatear profundamente
para captar la esencia de la gente
según emana desde su epicentro
ya que la inhalación en que me adentro,
en otros lugares no es tan frecuente,
y ese esnifar, tan cerca de la fuente,
no siempre, en mi camino, me lo encuentro.
Perfumadas esencias de humanidad,
que me estremecen la pituitaria,
desequilibran la gran pasividad
de mi vida aburrida y rutinaria,
y me provocan esta voracidad
de morder una nalga procesionaria.