Rectas con medidas
exactas del sol,
imposibles de medir,
se filtran entre
los pequeños agujeros
de las cortinas.
La habitación
adecua un sitial
donde el techo
es el cielo
y la cama
el paraíso.
Hay armonía
entre arpegios
de los besos,
las caricias,
los gemidos,
y una sinfonía apasionada.
Se ignora el control,
nada preocupa,
todo es una sinergia
de dos,
con una fuerza inédita
y devastadora.
Las manos saben conducirse
a los puntos excitantes,
creando mayor desnudez
en el deseo.
Vuelan las telas,
crece la imaginación,
se distorsionan los peinados,
y en las desmedidas ganas
entran dos cuerpos
en acción.
Batalla cruda
que no quiere terminarse;
nadie piensa en falsedad,
nadie piensa en la verdad,
pero,
hay un motivo
con poder
irrevocable.
Temblores de
satisfactorio placer, -
complacencia;
El desesperado sueño
ahora es realidad
pura…
e innegable...