Lindas palabras podría rebuscar
para describir la naturaleza
y el amor, que nace y se despereza
sobre su esfera, para allí retozar.
El aire y el mar podría dibujar
y añorar, de una orquídea, su rareza
o el declinar del fuego y su tristeza
porque un amor se acabase de marchar.
Más quizá nunca fuera tan grosero
de narrar como se aplasta un insecto,
que es como ellos llaman al pordiosero,
ni como intoxican nuestro intelecto
para que creamos que su dinero
es un «Don» de su dios pluscuamperfecto.
¿O si?