A las ocho siempre tiemblo,
Y la tarde son fantasmas alquilados,
Y las nubes ese cielo que se fue.
A las ocho se me rompen las costuras,
Y se escapan maculadas mis nostalgias
Y el mundo es una maquina en un bar,
Un acotado espacio de penuria,
Donde “bate” el corazón cubierto de pullas indecentes.
Ella era,… fue mi sombra y yo me dedicaba
A quitar las piedras del camino que pisaba,
Como dos amantes plenilunares y traidores,
como las pitas de aloe vera en los corrales de la” Gavia”.
Fue muerte con sabor a stracciatella,
una ofrenda a los etruscos,
una afrenta a los fenicios,
y un una fuerza inusitada al clavarme
ferozmente la daga en el costado,
y me di la vuelta para alcanzar tus labios…
ya partieron , décadas de impostura,
lustros de tierra amarga, arenas movedizas…
y en la mente , siempre, tirando piedras
a los cristales de tu casa imaginada…
como toda tú, como la mentira de
La mar arañando el cristal de la ventana.
Creamos un amor de cartón piedra…
¡mira como arde en “El Baño De Los Hombres”!.
Y esas cenizas me duelen a diario,
A las ocho, a punta de tristeza,
Me piden una leve lágrima.
Paco José González