Mauro Enrique Lopez Z.

Riego mi jardin

Todas las mañanas regaba mi jardín 

con alegría, porque me gustaba;

y también esperaba que tú pasaras, 

aunque no me dabas un saludo, pero 

mi humilde corazón se contentaba 

al verte pasar mujer; una mañana llamé tu atención con una de mis 

rosas, pero tú con tu arrogancia fuí 

rechazado. Que pena conmigo, que desde 

ese día prometí, que jamás tendrías

ni una mirada, ni amistad de mi.

Hoy pasas...cómo miras mi rosal!! 

yo como si nada pasara, porque mi jardín es 

más hermoso que tu arrogante corazón.