Cantaré, aunque sólo sea por el premio del vivir,
hoy quiero hincarme feliz y clara ante esta vida.
Para lo cual, debo hacer una faena entretenida;
ya que, de cierto, es muy triste, vivir para morir.
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No quiero morir y en vida agendo mis alegrías.
Cantarina yo siempre he sido, todo el tiempo.
No niego mis tristezas y las arriendo al viento.
Voy contando las horas haciéndolas muy mías.
-*-
Me digo y me repito que, así tenga que llorar;
y aunque tenga, en algunas noches, cierto sufrir,
no olvido que aún estoy viva y me voy a cantar.
Nunca he dejado de preguntar: ¿por qué morir?
*-*
Ni siquiera el más puro amor merece tal condena.
Si has amado y hoy no vibras con el mismo tono:
¿Qué te insta a sufrir y a llevar liada esa cadena?
Como en la vida, ese amor ya se bajará de tu trono.
*-*
¡Vivir y morir, antes de tiempo, en nombre del amor,
es una quisicosa que, te trueca, en tu propio agresor!