Señor, que mis oídos sean siempre
un sumidero sin efluente
Que en mi memoria no haya legajos
y que olvide inmediatamente los pecados
Que recuerde a las personas por sus virtudes
y que mis labios solo sepan sonreír
Dame la gracia de estimular la lucha
mas que condenar la falta
De hablar claro pero sin herir
Que sea capaz de recibir a todos
con alegría
y despedirlos deseando que vuelvan
Quererlos sin apegamientos
Acompañarlos sin dirigirlos
Aconsejarlos con prudencia
Servirlos sin condiciones
Respetar sus decisiones
Valorar sus esfuerzos
Esperarlos con paciencia