Es tan extraña esta sensación, parece que estamos dentro de una pesadilla colectiva. Las personas se mueven y parecen sombras que giran, hablan pero no entiendo de dónde provienen sus voces, se difuminan sus rostros.
Puedo comprender que la muerte es así, algo se ha terminado para nosotros los vivos, pero ellos, los que se han ido, tan solo comienzan su recorrido. Quisiera estar ahí contigo, pero comprendo, que nos ha tocado a nosotros seguir vivos.
Tú, yo, nosotros, tan atados al mismo destino, amarrados por los brazos y tobillos, unos con otros como esclavos fugitivos. Tú que ya no estás en este mundo tan perdido, qué dolor y que alivio.
Tan solo tengo mis lágrimas que no cesan, y como arena mojada mi piel espera la calma, que pare la lluvia que se ha desatado.
Espararé por las hojas verdes, que crecerán en mi jardín, a una le pondré tu nombre y estarás por siempre en mi.