...Con aprecio para todos los enamorados...
Se arrodilló e hincó sus palabras en la tierra húmeda,
Y abrazó a las ramas y a los tallos de ese bosque tan amado,
Y les pidió perdón,
Perdón por humedecer con sus lágrimas,
Que no eran rocío,
A cada pétalo de los Geranios, que tampoco eran suyos,
Y los besó,
Los besó en un intento de sentirse amado,
Y de imaginar que de ellos, también Amor recibiría,
Aún arrodillado le habló a aquellas flores,
Y les recitó un sentido y ahogado poema,
Mientras el fresco viento del tierno bosque,
Secaba sus mejillas;
En aquel poema, el le hablaba de Dalias y Jazmines,
Y también de Madre-Selvas y Rosas Amarillas,
Y ya sin darse cuenta,
De pie riendo se abrazaba,
A los tallos y ramas vírgenes de todo tacto,
Como enamorado del aroma...
Que en su pecho, dejaban los Alhelíes.