Pulido como un diamante,
por el paso del tiempo,
del trabajo fuiste amante,
trabajo de duro cimiento.
La tierra agrietó tu rostro,
la cal enrojeció tus ojos,
ya caminas despacio
un lento paso tras otro.
Añejo estas como el vino,
los años no pasan intactos,
en tu corazón yacen pactos,
de amores de buen tino.
En tus obras de albañiles,
dejaste tus simples huellas,
perennes como las de Aquiles,
y sus grandes proezas.