Igual que las borrascas del invierno,
tu amor a mi dintel llego impetuoso;
trayendo con sus vientos lo glorioso
que tiene de pasión un fuego eterno.
Creímos que sería sempiterno
el cielo que ofreciste tan hermoso;
mas pronto tu delirio tempestuoso
volvióse de mi vida gran infierno.
Jamás mi corazón ha comprendido
porque tu le brindaste lo salvaje,
que tiene de tu amor lo desmedido
con una intensidad de gran voltaje;
si luego, y sin razón, lo has sumergido
en mares del olvido y del ultraje.
Autor: Aníbal Rodríguez.