Esa paz que tú me das cuando me miras…
hace lento mi respiro,
languidecen los latidos en el pecho,
me contagia de suspiros indelebles,
da una leve sensación amortiguada,
de una rara armonía que adormece…
que cautiva…inconsciente.
Esa paz que tú me das, me va invadiendo,
va cubriendo mansamente los espacios…
y me voy acostumbrando a tu sosiego.
Tu quietud me va envolviendo con su embrujo,
y me veo arropado por tu abrigo,
necesitando voy de tu presencia,
acostumbrándome a tu apacible compañía.
Me siento extraño,
tus ojitos me contemplan mansamente,
reposados sobre mí me debilitan,
me transmutas fácilmente.
Si me hablas me derrito en tus encantos...
inexplicablemente,
y un descanso inexpresable me acomete.
Tú me inundas la existencia con tu risa…
la explosión de alegría que contagia…
alocada y espontanea…parrandera…
se derrite en tu sonrisa,
la serena expresión de un dulce alivio,
la quietud de tus impulsos meditados.
Tu semblante vanidoso resignado…
ruborizan tus mejillas macilentas.
La tristeza de tus manos albergadas por las mías,
la ternura de tu imagen cabizbaja,
esa imagen delicada me serena…si se acerca.
Las angustias se mandaron a mudar por un momento.
Compartimos esta dicha de encontrarnos...coincidencia.
Un abrazo nos fundió tan de repente…
y quisiera que perdure para siempre.
Esa paz que tú me das es evidente.
Esa paz que tú me das es evidente.