Aprender a olvidarte es
como intentar vivir
sin la escritura,
sin oxígeno,
sin aire.
es impedir que sea externo
el fuego que arde por dentro,
y no cesa.
es no querer ser la chispa
que te dañe,
o el alcohol que embraveció
las llamas cuando
empecé a quemarme.
y si logro hacerlo:
es para no olvidarme.
y si no lo hago:
aún queda por tragar saliva.
porque el dolor
es sinónimo de estar vivo,
y aquí todavía hay vida.