A los jueces que dilucidan y dictaminan
sobre la lucidez y el estado de una mente.
A esos presuntuosos que precisan,
creyendo disponer de las ciencias exactas
basándose en elucubraciones y conceptos,
anclados por mundos de abstractas conjeturas.
(investigan unos indescifrables
e indomables viajes energéticos)
Recuestan;
y a su vez se recuestan,
en el comodo diván
estampado con figuras,
formas denotadoras
de evidencias presumidas y altivas.
Aduladores de si mismos;
omnipotentes,
creen entender y nada comprenden.
A unos roles estipulados,
con sutileza, por el poder
y para el control,
para cerrar caminos
y cercenar posibilidades.
A una moral carcelaria,
encasillante, para nada
políglota y polivalente.
A los cercos concisos
limitadores de nuevas corrientes.
A aquellas condenas injustas,
que como cuchillos
invaden la vida de muchos,
estrangulan,
cortan la respiración, arremeten.
(sollan la piel y el alma
de fieles caminantes,
de exiliados supervivientes)
A la objetividad invalida,
a las mentes sobreequipadas
y a los radicales tristes,
engreídos, pesimistas,
narcisistas y restringentes.
A las sentencias abstraídas
por injustas leyes humanas indolentes.
Otorgando la suerte de los hijos,
amparandose en la lectura de causas
de antiguos pasados y no de presentes.
A la codicia posesa,
descarada, letal.
A los arranques fatales,
viscerales, agresivos.
A las suertes pasivas,
y al supuesto insurgente
carente de atrevimiento,
de fuerza vital,
que permite humillaciones,
desprecios;
y no elimina el miedo,
saca las fuerza
y se defiende.
A lo inmerecido existente y existido,
a la veleidad conjurada
en el pesimismo más negativo.
Le doy un puntapié!....
lo desintegro!.....
lejos lo envio!.....
por incendiar bosques cuajados
de flores de una inocencia
natural y silvestre.
Por ser llama insolidaria,
la cual teniendo dos ojos,
apenas solo ve o intuye con uno.
Y confunde convirtiendo
fértiles llanos
en escarpadas cornisas
yermas y agrestes.
En puertas cerradas,
encementadas con ladrillos,
por ecos sólidos como muros.