En la espera de tu amor,
Mi anhelo, mi impaciencia
y tu infame indiferencia
Se hacen notar con mi rubor.
Pues aún vigentes,
En estos carentes sentimientos
Mis ideas y sueños facies,
Permanecen portando el caos
Que me das con tu rencor.
Cuando me detengo,
Momentos antes de saltar,
Al abismo de tus sobrios ojos;
Miro al horizonte para contemplar
A los opuestos rozar sus manos,
En un intento fútil de ruego
Para en eternidad,
Convertir un suspiro;
Es ahí cuando maldigo
Sentir hasta lo inefable
Cada vez que te admiro.
Dentro del abismo,
Calidez más que frialdad.
Dentro del abismo,
Nitidez más que oscuridad.
Dentro del abismo,
Silencio primordial,
Más que un ruidoso desdén.
Yo creo en la vida después de la vida
Yo creo en eso que llaman reencarnación,
Olvidarme de tristezas y curar la herida,
Olvidarme de tiempo y preocupación.
Pues desde el origen,
Tanto tu nombre como el mío,
En el libro de la vida convergen
Y grabados permanecen con designio.
Pues más allá de lo entendible,
Incontables vidas sin tu aroma
He experimentado, inevitable,
Logrando que el terror me carcoma.
Es así que me otorgaste inmortalidad,
Que tengo vida después de la vida,
Es así que se disuelve la dualidad,
Que borraste la línea conocida.
Es así que existo sólo si tú existes,
Que me otorgaste esta meta florecida.