Hace algunos días señalé estar fuera del tiempo,
lo cual conduce a observar desde allá - lejos -
todo,
primero a sí mismo,
a quienes lo acompañan a uno,
y así sucesivamente,
nada se escapa.
Desde allá,
en paz y éxtasis,
se ve hermoso el conjunto y detalles.
Desaparece la fealdad,
la maldad,
la locura;
lo horrendo y horroroso de la vida común se esfuma.
Es como la mirada inocente hacia las estrellas,
es imposible imaginar los sucesos de sus sistemas planetarios,
es una onda poderosa,
universal,
de amor.