Somos de la publicidad esclavos. Compramos todo lo que nos venden. Nos comportamos como monos sin rabos. Y a nosotros nadie nos entiende. Hablar de la pobreza es hablar en el desierto. Hablar de la riqueza es más fino. Hablar de la dureza de la vida es más cierto. Hablar de la belleza femenina es divino. Los anuncios. Qué paliza. No los aguantan ni los nuncios. Ese niño escribe con la tiza. Yo no le denuncio. Aunque me la paliza.