No lo sé de seguro,
acaso en el rincón del mundo
Dios te creó con su lágrima desnuda,
con tu cabello de absoluta penumbra,
tu rostro en metáfora alucinante.
Tus senos colmados de vida,
tu abdomen como ritual de susurros
del tiempo vespertino de lo amoroso.
Tu espalda, nostalgia de ángeles
que pasearán en tus lunares distantes
y cercanos, igual a constelaciones
que marcan caminos
y hacen ciudades espaciales.
Tu cadera, tu vientre,
un oleaje blanco de sensaciones,
sentimientos y evocaciones.
Tus brazos, tus piernas,
noche de estrellas inspiradoras,
día sin nubes.
¡Ahora ven, acércate!
Con tu cuerpo mojado,
tu cabello ocultando
los excitados pechos
y el ombligo de presagios.
¡Ven!, ofréceme tus manos
quiero que palpen a mi alma,
mi ángel en mis labios.
¡Ven!, no te detengas,
abraza este cuerpo existencial
y prométele una noche
entre sábanas tibias.
Deslizándote,
apretándote hacia mí cuerpo
Deslizándose,
apretándose hacia ti.
Vamos a hundirnos
hasta la misma muerte,
démonos muerte misma
con los sentidos encabritados
mientras bebemos: ¡Tequila!,
¡ron!, ¡cerveza!, ¡ginebra!,
aquí, en plena calle de los amores.
Por: D\'Valencia Tobón