Se marchó el padre del viejo poblado,
el blanco abuelo,
que ya agotó todo su frío,
y junto a un roble desplegó su alma al cielo....
Su perro ladra en el cercado,
junto al sendero vegetal, maduro ya de tiempo,
por donde su corazón benévolo,
solía caminar rezando con alto respeto...
Hoy Dios le ha llamado a su infinito,
a su calor eterno,
al santo cielo donde se eleva augusto,
el amor misericordioso...
Siempre, con él vivió Cristo,
ya sea en tiempo destructor o en tiempo hacedor,
hasta el final de su rudo camino,
del Todopoderoso fue un incansable discípulo...