Sentada en tus imposibles
me dormí entre añoranzas.
Cuál fue mi sorpresa inaceptable,
que al despertar estaba colmada
por motivos renovados,
llenos de embeleso
y porque me sorprendió
lo inesperado
me desperté,
mojada por la humedad
de tus labios,
¡me habías dado un beso!
Quiero seguir,
caminar entre espacios
que nunca he recorrido
que me lleves de la mano
siempre contigo.
Yo no sé de cambios inesperados,
porque los álamos crecen solos
y los hemos disfrutado.
Silvestres soles
como ilusión quebrada,
al querer transitar no te asuste
si por la ventana de tus recuerdos
me ves llegar,
sin querer recordar nada.
Entre la media noche sin sombras,
llegarás con mil luces de reflejos,
sublime y apasionado
ajustado a tus presagios calmados,
pero he de entrar,
con la túnica cubierta por la claridad,
colgada la pasión he de llevar
¡porque sólo tú, hombre mío, me sabes amar!