Es un animal mitológico,
es un coloso mediático,
una presencia anónima
en un corazón sintomático.
Te enseña su lado bélico
y quiere salir del paréntesis,
no le conmueve lo básico
y recalcitra en su génesis.
Se muestra como una cábala
pero nunca matemática,
porque huye de lo numérico
y no respeta la genética.
Se nombra con un seudónimo
porque su nombre científico,
lejos del sesgo anacrónico,
duele a las mentes más críticas.
Vive con alma de nómada
una semántica errática,
entre placeres litúrgicos
y odios antropológicos.
Puedes quedar esquelético
si se te instala pragmático,
en un hedonismo sacrílego
del sexo de los lunáticos.
Paradiso del cinéfilo
de finales antagónicos,
en un deseo fotográfico,
pornográfico y psicodélico.
...el amor.