Con un sueño, en las manos. ¡Lo dejaste!
En duras rocas tallé con un simple cincel
y galopando en el tiempo, en veloz corcel,
esculpí la forma en que mucho me amaste.
Impasible mi cándido deseo de retenerte
te di caricias que el placer acrecentaba.
Tu pasión iba aumentando y reclamaba
a mi cuerpo luchar para más complacerte.
Tallé feliz las veces que fuera de la alcoba,
sobre hojas secas de un árbol de caoba,
con tiernas frases me regalabas besos.
Allá en el cielo los ángeles cantaban
y las estrellas rutilantes me gritaban:
¡deja tallados momentos como esos!
Amelia Suárez Oquendo