LANGOSTAS, LANGOSTAS...
En las paredes, en los techos,
debajo de las camas,
dentro de los muebles,
por encima de las mantas,
tras los cuadros,
veo langostas, las veo.
Son tantas que no me atrevo a contarlas,
y sin embargo, están aquí, allí, amontonadas,
trepando, taladrando con sus pinzas,
mordiendo, mordiendo,
queriendo entrar…
El largo invierno las detuvo un tiempo,
presas en sus capullos,
alejadas de la televisión y la radio.
Entonces a muchos nos parecieron
todavía insectos.
Ahora que están por todas partes,
comiendo la piel bajo la piel,
descubriendo el hueso,
entrando por el oído,
mirando por los ojos dislocados…
salgo a la calle y las veo:
enemigas de todo,
hambrientas de un futuro.