dios quiera que nunca tenga/ que volverme ciego/ para imaginar tu cuerpo/ para imaginar tus besos/ dios quiera que siempre/ aun en la vejez/ te pueda mirar/ hasta descifrar tus rapidos silencios/ hasta hacer de tus venas/ una calle de hida y de vuelta/ para tu encuentro/ porque solo soy feliz/ mirándote y comprendiéndote/ jugando a que te tengo/ a que te rescato de la maldad/ de un siglo imperfecto/ dios quiera que nunca me falte la voz/ para nombrarte para poner de pie/ las palabras/ para ensayar una caricia/ en el recital de mi mirada/ para tener tus aplausos/ grabados en la memoria/ de una hora/ no desmayada/ dios quiera que tenga un físico/ y que la muerte me salude desde lejos/ sin robarme mi cuerpo/ sin hacer de mi vida/ un eterno silencio/ y sin embargo/ ya ves/ todavía hay algo que te debo/ te debo la ipotenusa de una matematica/ con números de deseos/ para perderme y encontrarme/ con los restos de tu cuerpo/ con el silbido de un viento/ con el coro desafinado/ de una tormenta/ con el grito que roza/ la pureza de pensarte a ti despierta/ dios quiera que siempre/ tenga ojos/ para no dibujarte en mi conciencia/ para no crearme noticias/ en el fondo de un alma de impaciencias/ solo mirándote comprobare/ que tu eres la otra mitad/ del recorrido de mi vida sedienta/ y tus manos no serán el vaso roto/ hasta hacariciarme una mañana nueva/