Cada día que pasa
respirando la guerra,
vomitando violencia,
esnifando miseria,
es un paso al vacío,
el camino al infierno
donde arrastro mi vientre
donde me hago más viejo
donde dejo el pellejo
como muda serpiente.
Y las noches, son noches
sin estrellas ni luna
pesadillas de fuego
de violencia y hambrunas
escuchando los gritos
de mujeres y niños
que han perdido sus casas
que han perdido a los suyos
y que escapan llorando
para hallar un refugio
mas allá de las bombas
mas allá de los tanques
sin saber si algún día
volverán a su calle
volverán a su pueblo
volverán a sus casas
a abrazar a su esposo
a besar a su padre
que se queda en el frente
defendiendo su tierra
de la muerte y la ruina
con que Putin la invade
mientras, yo me preocupo
por el gas y el petróleo
por si falta el aceite
por el precio del miedo
que cotiza en las bolsas
y en los turbios mercados
de la O.N.U. la O.T.A.N
de Moscú y de la China
mientras África muere
en pateras y minas
donde los niños dejan
su salud y sus vidas.