He de amarte intensamente
cual pecador a una diosa.
Cual el perfume a la rosa,
cual el delirio al demente.
Sabiendo tu amor ausente
he de aceptar mi destino,
beber de amargo este vino
con pena, llanto y dolor.
Ensordecer de clamor
las huellas de este camino.
Que otro amor tocó tu puerta
me dices tranquilamente.
Con un dejo indiferente
la das por palabra cierta.
Que está la cama desierta,
que este amor ya no es lo mismo.
Que seguir es un cinismo,
que lo nuestro es un engaño.
Que seguir nos hace daño,
es caer en un abismo.
Declaro yo, pecador,
pongo al cielo por testigo:
-tu amor morirá conmigo-,
tal muerte será mejor.
¿Puede algún inquisidor
condenar a un condenado?
¿Puede un juez o magistrado
a una pena condenarme?
Si juraste siempre amarme,
¿¡De quién será este pecado!?
Miguel Ángel Silva
19/03/2022