Mis más sinceros respetos
al personaje más astuto.
Lo vi llegar desde lejos,
me asombraron sus movimientos fortuitos,
lo seguí con la mirada
casi hasta perderme en sus fronteras
y no pude explicarme tan siquiera
cómo fue que abrazó mi cuerpo
entre las rejas.
Uy… y ahí… cuando su piel rozó
lo que fuera alguna vez
la imagen de la ausencia
comprendí que no traía bandera blanca
que su juego era mortal
cual su presencia.
Traté de disimular lo percibido
pero usted no necesitó oír
las palabras
que yo no emitiera,
sólo buscó entre mis ropas
la piel erizada de viejas quimeras
las hizo suyas
y las guardó en su galera.
Mis más sinceros respetos,
al amor
que llegó una noche como ésta.