Al viejo aliso,
brotes nuevos,
le han salido ,
en primavera.
Era temprano,
hora de bueyes,
mi piel, un sueño.
Sombras sin orden,
de luces ralas,
callado el gallo,
los hogares sin lumbre.
El campo olía a rocío,
color crema los zarzales,
el camino pardo y gris,
los chopos son monacales.
Molino maldito,
el ronroneo de muelas,
que escupen la harina,
de las fanegas de trigo.
En una rama torcida,
del espino más travieso,
un mirlo negro desgrana,
en notas, humildes versos.
Desde esta pérgola,
de la rama curvada,
del espino avieso,
cantautor samaritano
sarraceno,
y tan gitano,
su viudad expresa,
con el amor por misiva.
Un mirlo pardo,
en la misma barda,
presa de sus redes,
en su arrullo se mece.
Ella altiva voló,
a la rama torcida
del espino avieso.
Allí, sin cantar,
en un aire tibio,
mesando sus plumas,
miradas cruzadas,
fueron su escritura,
de buena ventura.
Juntos en pareja,
fueron a volar,
uniendo sus destinos,
surcan los caminos,
por doquier.
Nota:
Mirlo negro, macho, solamente él canta..
Mirlo pardo, hembra, es sumisa, al menos, lo que yo sé.
Abilio