Nuestra casita
de arroz y chocolate
nació en abril.
La descubrimos
un día, paseando,
buscando sueños.
Y regresamos,
a veces, a su lado,
para jugar.
Tú la apodaste
así, de esa manera
y sonreí.
Hoy vuelvo al bosque,
de forma solitaria,
y tú no estás.
Faltas, casita,
y noto que tu ausencia
me hace dudar.
Aquellos sueños,
prendidos en mi alma,
¿dónde quedaron?
Aquella casa,
de arroz y chocolate,
¿en dónde está?
Y aquella voz
que a mí me enamoraba
¿envejeció?
Rafael Sánchez Ortega ©
20/03/22