Surcaban los caminos
de su rostro
parábolas que forjaban
la desdicha del recuerdo.
Y en su pecho desgraciado
los absurdos cotidianos
dibujaron el dolor de ser conscientes,
emotivos.
Sus pesares gravitaban
acercándose al mayor punto consistente,
y en su falsa cara de teatro
no sabía si burlarse
o adecuarse de manera inerte
al orificio eterno que es el mundo.