Tengo el mundo metido en la barriga
y siento como todo gira dentro,
con los ardores del Sol en el centro
y un gran fuego interior que me atosiga.
Por el ombligo no se desperdiga
ningún mineral de los que concentro,
en su loco y ansiado reencuentro
con una lírica que los bendiga.
Me lo tragué para hacer poesía
y, poco después, a mi mismo tragar,
incluso mi seso me absorbería
si, así, la pureza lograra alcanzar
y, en palabras huecas me perdería
ya sin razón que lo fuera a reprochar.